Si bien es verdad que el primer emperador romano Cayo Julio César Augusto, debe su ascensión a lo largo de los diversos estamentos políticos de Roma y su llegada a “princeps” a su abuelo Cayo Julio César, no lo es menos que gran parte de su gloria se debe a dos amigos de la infancia, Cayo Cilnio Mecenas y Marco Vipsiano Agripa, sin los cuales la historia estaría hoy escrita en otros términos y tal vez, – aquí entramos en el inseguro mundo de la elucubración-, los años que le sucedieron estarían ausentes del poder totalitario que sus herederos ostentaron, y con ello del dominio que Roma estableció sobre todo el Mediterráneo.
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Basado en Aut. de Juan Fco. Morón Vázquez, Colaborador de historia de Codex Belis
en revista digital nº 7 de Historia Rei Militaris