Cuando el niño nació, como todos los espartanos, fue examinado. Si hubiese sido pequeño, débil, enfermo, o deforme habría sido descartado.
Desde el momento que pudo tenerse en pié, fue bautizado en el fuego del combate, enseñándole a nunca rendirse enseñándole a que morir en el campo de batalla sirviendo a Esparta era lo más glorioso que conseguiría en la vida.
Ir a descargar