
Boudica fue una de las figuras más destacadas de la historia antigua de Gran Bretaña. Su nombre, que significa «victoria» en celta, refleja su carácter indomable y su valentía frente a la opresión romana. Lideró una rebelión masiva contra el imperio más poderoso de su época, causando estragos en sus ciudades y ejércitos. Aunque fue finalmente derrotada, su legado perdura como un símbolo de resistencia y orgullo nacional.
¿Quién era Boudica?
Boudica era la esposa de Prasutago, el rey de los icenos, una tribu celta que habitaba la región de Anglia Oriental, al este de Inglaterra. Los icenos eran aliados independientes de Roma desde la conquista de Britania por el emperador Claudio en el año 43 d.C. Esto les permitía conservar parte de su autonomía y sus costumbres, a cambio de pagar tributos y reconocer la autoridad del emperador.
Prasutago era un rey rico y próspero, que tenía dos hijas con Boudica. Según la tradición celta, las mujeres podían heredar el trono y ejercer el poder político y militar. Sin embargo, Prasutago temía que los romanos no respetaran esta costumbre y quisieran anexionar su reino a su muerte. Por eso, decidió nombrar al emperador Nerón como coheredero junto con sus hijas, esperando así garantizar la protección de su familia y su pueblo.
La revuelta de Boudica
La estrategia de Prasutago resultó ser un grave error. Cuando murió en el año 60 d.C., los romanos no respetaron su voluntad y se apoderaron de sus tierras, propiedades y tesoros. Además, trataron con desprecio y crueldad a su viuda e hijas. Según el historiador romano Tácito, Boudica fue azotada públicamente y sus hijas fueron violadas por los soldados romanos.
Estos hechos indignaron a los icenos y a otras tribus vecinas, que se unieron bajo el liderazgo de Boudica para vengarse de los romanos. La rebelión estalló en el año 61 d.C., aprovechando que el gobernador romano de Britania, Cayo Suetonio Paulino, estaba ausente en una campaña militar en Gales.
Los rebeldes atacaron primero la ciudad de Camulodunum (la actual Colchester), que era la antigua capital de los trinovantes, otra tribu aliada de Roma. La ciudad estaba mal defendida y fue arrasada por los celtas, que mataron a todos los habitantes romanos y quemaron sus edificios. Entre ellos se encontraba el templo dedicado al emperador Claudio, que era visto como un símbolo del dominio romano.
Tras este primer éxito, Boudica dirigió sus tropas hacia Londinium (la actual Londres), que era entonces una floreciente ciudad comercial. Suetonio Paulino regresó apresuradamente de Gales para hacer frente a la rebelión, pero al ver la superioridad numérica de los celtas (se estima que eran unos 100.000), decidió abandonar la ciudad y concentrar sus fuerzas en otro lugar. Londinium fue saqueada e incendiada por los rebeldes, que no perdonaron a ningún romano ni a ningún britano colaboracionista.
El mismo destino sufrió la ciudad de Verulamium (la actual St Albans), que también fue devastada por el fuego y la espada. Según Tácito, los rebeldes mataron a unos 80.000 romanos y aliados en estas tres ciudades, con una gran crueldad y sin hacer distinción entre hombres, mujeres y niños.
La derrota de Boudica
Suetonio Paulino reunió a unos 10.000 soldados romanos, entre legionarios y auxiliares, y se preparó para enfrentarse a Boudica en una batalla decisiva. Escogió un lugar estratégico, con un bosque a su espalda y un estrecho paso por el que debían avanzar los celtas. Los rebeldes, confiados en su victoria, acudieron con sus carros, sus animales y sus familias, que se situaron en la retaguardia.
La batalla se libró en un lugar desconocido, que algunos historiadores identifican con la actual Watling Street, una antigua vía romana. Los celtas cargaron con furia contra los romanos, pero se encontraron con una férrea resistencia. Los romanos formaron una línea compacta de escudos y lanzas, que repelió los ataques de los carros y la infantería celta. Además, lanzaron una lluvia de jabalinas que causó muchas bajas entre los rebeldes.
Los celtas no pudieron romper la formación romana, ni aprovechar su ventaja numérica, ya que el terreno les impedía desplegarse. Por el contrario, los romanos contraatacaron con disciplina y coordinación, avanzando hacia los celtas y causándoles una gran masacre. Los rebeldes intentaron huir, pero se encontraron con sus propios carros y familias, que bloqueaban su camino. Muchos fueron aplastados o capturados por los romanos.
La batalla fue un rotundo triunfo para Suetonio Paulino, que salvó a Britania de caer en manos de los rebeldes. Boudica logró escapar del campo de batalla, pero no pudo soportar la derrota y se suicidó por envenenamiento, según Tácito. Dion Casio dice que murió por una enfermedad.
El legado de Boudica
La rebelión de Boudica fue la mayor amenaza que sufrió Roma en Britania, y estuvo a punto de acabar con su dominio en la isla. Sin embargo, los romanos lograron sofocar la revuelta y consolidar su presencia en Britania durante los siguientes tres siglos.
La figura de Boudica fue olvidada durante mucho tiempo, hasta que fue redescubierta en el siglo XVI por el anticuario John Leland. Desde entonces, se convirtió en un icono de la historia y la cultura británicas, especialmente entre los ingleses. Se la considera una heroína nacional, una defensora de la libertad y una inspiración para las mujeres.
Su imagen ha sido representada en numerosas obras de arte, literatura y cine. Una de las más famosas es la estatua ecuestre que se erige junto al puente de Westminster en Londres, obra del escultor Thomas Thornycroft. En ella se muestra a Boudica con sus dos hijas en un carro tirado por dos caballos, con una lanza en la mano y una expresión desafiante.
Boudica es también el nombre de un cráter de Venus y de un asteroide. Además, ha dado nombre a varios barcos, escuelas, calles y organizaciones. Su historia sigue siendo objeto de estudio e interés por parte de historiadores y aficionados.


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